
Hay que ser un niño pequeño, al menos una vez por semana. Si se tienen 35, o 50 o 70 años o los que sean, no importa, si se tienen 10 años tampoco, hay que volver a ser un niño pequeño, de 2 o 3 años, y también un bebé al menos un momento, una vez por semana.
Hay que ser una persona madura, también, por lo menos una vez por semana, si se tienen 5 o 75 u 85, 10 o 18 años. Hay que practicar, ponerse en el lugar de otros, resolver asuntos, sentirse responsable y activo, por lo menos una vez por semana.
Viejo también. Anciano. Mirando la vida desde una terraza, sonreír con lejanía, medio perderse distraídamente si una reunión es numerosa, alejarse de los detalles del mundo, eso también, por lo menos una vez por semana, si se tiene cualquier otra edad.
Uno debería ser un niño pequeño, al menos una vez por semana. ¿Cuán pequeño?Tanto como cuando lloras de impotencia ante algo que escapa a tu control. Sea lo que sea.Tanto como cuando sientes placer y protección como si te sostuvieran en brazos.
Uno debería ser una persona madura, al menos una vez por semana, tanto como cuando te toca dar consuelo o sostén, tomar las riendas en tus manos, o disfrutar plena y poderosamente.Al menos una vez por semana.
Y un anciano también, que se aparta dulcemente, y ya cumplió con todas las labores y disfruta de su propia obra incluso con algo de desprendimiento.
También, al menos, una vez por semana.
Más también, menos también; pero no: siempre menos,
pero no: siempre más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario